Por Bárbara Bofill

Desde la teoría del Análisis Transaccional de Eric Berne, se analiza la personalidad partiendo de tres metáforas que la conforman, es decir tres facetas diferentes que combinadas dan como resultado la personalidad total del individuo

Estas tres instancias son el padre, el adulto y el niño y las grafica de la siguiente manera:

Es importante aclarar, que al tratarse de metáforas, no es necesario ser padre por ejemplo para experimentar dicho estado, uno puede tomar una postura paternal sin que haya sido necesario pasar por la experiencia de la paternidad.

Por otro lado, los estados del yo no son estáticos, por ejemplo no siempre nos expresamos desde un solo estado, sino que cambian en función de las circunstancias, tanto internas como externas. Estos estados se evidencian por nuestras conductas, nuestras expresiones, por lo que pensamos, lo que sentimos o bien por las decisiones que tomamos. Un ejemplo de esto podría ser cuando compramos un bien costoso como puede ser un auto, generalmente analizamos racionalmente los costos y beneficios que cada modelo puede tener, valoramos las características y tomamos una decisión desde el adulto. En cambio, otras veces, cuando nos compramos por ejemplo un helado en el medio del día, y lo hacemos sólo porque se nos antojó, la decisión está más impulsada por el niño libre que cumple un deseo y no reflexiona si corresponde o no. Como verán, nosotros mismos vamos pasando por los distintos estados según sea necesario y esto es completamente sano.

Con esto podemos decir que un Estado del YO es un sistema que incluye nuestros pensamientos y sentimientos y que estos a la vez son acompañados por respuestas conductuales.

Cada uno de estos estados es necesario para la vida y lo ideal es que esté equilibrado como lo muestra el gráfico. De la misma forma, el dibujo de los Estados del YO representa un semáforo, donde el rojo del padre tiene que ver con el frenar, poner límite, respetar la norma para fomentar el vivir en sociedad de manera armónica, entre otras cosas. El verde es el niño, el que es libre y avanza (crece). El amarillo, que es el adulto, es el que presta atención y que da paso a los otros estados según sea lo conveniente.

Ahora analicemos cada uno de ellos:

El Estado del YO Padre es adquirido, aprendido e introyectado y se asemeja a nuestras figuras parentales. Esta figura no necesariamente es nuestro padre o madre, sino quien haya ejercido el rol de cuidador primario y que nos permitió modelar estas conductas. El contenido de este estado esta en relación al deber (la autoridad), los valores morales, el pensamiento estereotipado, como así también el estar pendiente de proporcionar a otros cuidado, atención y control.

Este estado, a su vez puede subdividirse y tener su vertiente positiva o negativa:

El PC+ vendría a ser un modo estructurante que tenemos, ya que pone límites pero de los que son adecuados y necesarios, ordena, dirige, es firme y protector, justo, correcto, sabe valorar y al mismo tiempo puede ser tolerante y flexible.

En cambio, el PC- representa un modo criticón de nuestra personalidad. Al contrario que el positivo, los límites que pone son inadecuados, excesivos, es punitivo e intolerante, prejuicioso, rígido, persigue, critica, es autoritario y hasta puede humillar.

El PN+ es amoroso, alienta, estimula, apoya, da lugar para el disfrute y al crecimiento, es cálido, acompaña, es comprensivo y cálido. Es muy importante el destacar que acompaña, esto quiere decir que puede disfrutar con el logro de otro sin la necesidad de ser protagonista e invadir el proceso. Este modo potencia y valora al otro.

El PN- representa al modo sobreprotector, que en lugar de apoyar ejecuta, es decir que disminuye las capacidades del otro, o bien las propias cuando se trata de castigarnos a nosotros mismos. Es incongruente y puede llegar a sofocar. A diferencia del positivo, es incapaz de acompañar el desarrollo sano de un otro, ya que considera que el otro no es capaz y por eso tiene que hacerlo en su lugar o darle tantas indicaciones que no da lugar a la expresión del otro.

El Estado del YO Adulto (A), es la parte racional de nuestra personalidad. Es el encargado de evaluar las situaciones, tomar en cuenta datos objetivos y desde el aquí y ahora se ocupa de tomar la mejor decisión. El hecho de que el A sea la parte lógica de la personalidad, no quiere decir que no tenga emociones. En un primer momento Berne lo describía como si fuese una computadora, sin emociones, pero luego lo corrigió ya que según sus propios postulados, no es adecuado ni funcional no sentir emociones y convertirse en un robot. Entonces, describe a este estado como el capaz de sentir la emoción, reconocerla, expresarla asertivamente y poder actuar de la mejor manera posible una vez que la intensidad de la misma disminuyó. En la vida cotidiana muchas veces nos cruzamos con gente que toman decisiones de forma impulsiva, sin reflexión (infantil) y sin importar si en esa decisión perjudica a otros significativos o existen otras posibilidades donde el costo no sea tan alto. En esos momentos es bueno preguntar, ¿y el adulto dónde está?, invocar a ese adulto para ver si es posible la reflexión y el considerar todos los aspectos en los que una decisión tendrá influencia.

En relación al Estado del YO Niño, es la parte más arcaica de nuestra personalidad, es ese niño interior que siempre va a vivir dentro nuestro y que por lo tanto tenemos que cuidar y potenciar, siempre dentro de los límites adecuados. En esta parte de nuestra personalidad está la creatividad y el placer, la expresión libre y la búsqueda de afecto y atención.

El mismo también tiene sus subdivisiones:

El NL+ es nuestro modo espontáneo que vive libremente y disfruta, es creativo, expresa sus emociones auténticas naturalmente y puede pedir lo que necesita. Es nuestro motor para la creatividad y el disfrute.

El NL- en cambio, sería el modo inmaduro. Es egoísta, impulsivo, manipulador y hasta puede ser cruel. Es decir que no repara en los otros sino que sólo atiende su deseo sin importar qué pasa a su alrededor.

El NA+ sería nuestro modo cooperativo, ya que es respetuoso, entendió e incorporó de una manera funcional la norma, es asertivo, sociable y agradecido. El adaptado hace referencia a que puede vivir armónicamente en una sociedad, que entiende las normas y que no las sufre, ya que una norma no sólo garantiza el bienestar de un otro, sino que también garantiza el propio, es decir, que la misma regla que quizás me limita, al mismo tiempo me protege y por eso es importante respetarla.

El NA- tiene dos modos. Por un lado tenemos el modo sumiso, quien vive sobreadaptado y de este modo no conoce ni sus gustos ni sus necesidades. Tampoco puede expresar sus emociones libremente, ya que tiene que sobreadaptarse a lo que debe sentir y no a lo que realmente le pasa. Un ejemplo para comprenderlo mejor sería, una madre le dice su hijo que se lleve un abrigo, mientras que el NA+ lo lleva en caso de necesitarlo y sólo lo usa si siente frío, el NA- (modo sumiso) lo lleva puesto y aunque tenga calor se lo deja.

El modo resistente en cambio es rebelde sin causa, provoca, es vengativo y rechaza todo tipo de límite, sea bueno o no. ¿Cuántas veces vieron personas que son rebeldes porque si? Y que visto desde afuera esa rebeldía sólo se les vuelve en su contra. No tiene mucha lógica, más que el ir en contra sin considerar lo que se pierde en ese camino.

Nuestros Estados del YO pueden estar presentes tanto en nuestros vínculos con un otro, como en nuestros diálogos internos. Nosotros podemos ser con nosotros mismos criticones o nutritivos, podemos comprendernos o ser crueles.

Es importante reflexionar sobre dos cosas: la primera, que es bueno practicar todas las manifestaciones positivas de nuestra personalidad y dejar de usar por completo las negativas que no sólo nos limitan, sino que además nos llevan a tener vínculos no adecuados. Por otro lado, es bueno reflexionar sobre el porcentaje en que cada uno de estos estados aparece en nuestras vidas. En mi caso, cuando tomé el curso de AT 101, dibujé mi egograma (así se llama cuando uno dibuja el esquema del PAN dando un tamaño diferente a cada círculo en relación a la preponderancia de cada estado). Yo dibujé grande mi adulto, mediano mi padre y pequeño mi niño. Karol Kavero, mi maestra, me marcó que tenía que permitirme mayor disfrute y alentar a ese niño a salir más seguido, que lo mejor era un equilibrio entre los estados, ya que todos son necesarios para los distintos momentos y circunstancias. Desde ese momento lo practico, y puedo decir que me hizo muy bien dejar salir a mi niño más seguido.

Es importante conocerse a uno mismo para así empezar a equilibrar estos aspectos de nuestra personalidad y tratar siempre de ir por el lado del +.

Referencias:

Análisis Transaccional en psicoterapia y Los juegos en que participamos de Eric Berne

Curso 101 AT. Sociedad Peruana de Análisis Transaccional.

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