Por Silvana Massaro
Vivir feliz o al menos tener una vida agradable es una decisión, por eso, es importante tomar conciencia sobre la responsabilidad que tenemos sobre la vida que llevamos. Y viajar, es una de las miles de maneras que tenemos de vivir una vida feliz.
El término “aventura controlada”, refiere al plan básico que incluye cierta certeza logística, es decir, las condiciones mínimas de seguridad y comodidad que harán de la aventura una experiencia agradable, pero incluyendo una cuota de incertidumbre acerca de cómo será todo realmente.
Esa es la combinación perfecta para gozar de una aventura hacia el aprendizaje y la superación de miedos, prejuicios e ideas preconcebidas; una vuelo directo hacia el autodescubrimiento.
Las aventuras controladas nos quitan del papel de Indiana Jones, pero no la aventura, la sorpresa y el fluir de los días. De esta manera, nos encontramos con un equilibrio perfecto entre la planificación y el mismísimo destino.
Y en esta teoría, forma de viajar, concepción o hasta filosofía, podemos destacar tres elementos centrales:
1: Son aventuras donde el viajero tiene cierto grado de certeza respecto a las áreas vinculadas a la seguridad y la logística.
2: El plan básico requiere de tiempo y dedicación para prepararlo de forma completa y que una vez iniciada la aventura, no haya margen de error. Para ello es necesario recabar información, elegir las rutas, seleccionar los medios de transporte, decidir si contratar o no guías turísticas y sobre todo, es importante investigar operadores locales, porque las aventuras controladas son económicas y lentas, la idea está alejada a la meta de recorrer 10 países en 20 días cómo son los paquetes turísticos tipo retail; por eso es importante tener una idea general de la arquitectura, la historia, las tradiciones, la gastronomía y los paisajes que se quieran conocer.
3: El último elemento invita a adoptar la incertidumbre y abandonar las expectativas. Dejarse sorprender en cuanto a las personas que se cruzarán en el camino y los lugares que se irán descubriendo día a día, son cuestiones que van más allá del plan básico, y que sin ellos la aventura controlada no tendría ningún valor, porque las aventuras son más bien inesperadas. De esta manera, en la aventura controlada la sorpresa siempre radica en cómo uno vive la experiencia.
Porque finalmente de experiencias se tratan estas aventuras controladas… De cómo se vive la experiencia de llegar a un destino menos usual, o a un destino que está teñido por estereotipos, expectativas o prejuicios, y cómo al vivir la experiencia todo puede resignificarse.