Por Bàrbara Bofill, futura licenciada en Psicología
El Análisis Transaccional (AT) fue creado por Eric Berne y es una teoría de la personalidad, un tipo de psicoterapia que busca el crecimiento y el cambio personal. Se integra dentro de las terapias cognitivo conductuales, está estructurada en módulos y presentada de una manera tan sencilla que hasta un niño de 10 años podría comprenderlo. Esta sencillez trajo varias críticas, ya que ponía en jaque a otras teorías que son muy complejas de comprender.
Resulta imposible apropiarse del AT sin que esto sea altamente movilizante, sin que se produzca un atravesamiento emocional y sin que se generen cuestionamientos y movimientos en la vida personal. De todos modos, empieza suave y va incrementando el nivel de movilización, por lo que los invito a leer este tema sin miedo.
Y como última aclaración antes de comenzar con el tema que nos convoca, este texto sobre emociones desde el AT, esto quiere decir que no incluye las emociones sólo por la reacción psicofisiológica, sino que lo hace desde una perspectiva más integral y centrada en el bienestar bio-psico-social de las personas. Es decir, que van a quedar por fuera emociones que seguramente conozca ya que para este modelo no aportan.
La primera premisa a considerar es que todas las emociones son necesarias para la supervivencia y el desarrollo emocional del ser humano. Cada una de las emociones auténticas (así las denominó Berne) tienen una función y todas operan como una alarma para avisarnos sobre algo o para darnos energía para la vida.
No hay emociones buenas o malas, algunas son agradables y otras no, pero todas son necesarias. Además, todas las emociones tendrían que vivenciarse en su medida justa dentro de lo que podríamos denominar “normal”, funcional, esperable. Si están presentes pero exageradas/ desmedidas van a dominarnos y van a tener mayor protagonismo del que deberían tener; o por el contrario, si están disminuidas o casi imperceptibles, van a salir como rebusques (más adelante ampliaremos). Siempre tengan presente que por exceso o por defecto se llega al mismo resultado = no favorable/ inadecuado/ disfuncional.
Ahora sí, veamos cuáles son las emociones auténticas y para qué sirve cada una de ellas:
MIEDO: es una emoción que nos previene de situaciones riesgosas o de una exposición innecesaria al peligro. Todos los seres vivos sentimos miedo ante el peligro, y está bien que así sea. El miedo puede salvarnos la vida en una situación más extrema y en lo más cotidiano, puede evitarnos situaciones emocionales desagradables o no convenientes.
Antiguamente era el miedo el que hacía que el hombre corriera, o que no se enfrentara a un león de igual a igual y eso hizo a la supervivencia. Hoy en día, teniendo el medio ambiente controlado, cualquier cosa puede disparar una respuesta de miedo, y por más insignificante que sea, nuestro cerebro la procesa de la misma manera que procesa el miedo al león hambriento. Entonces, lo que tenemos que aprender del miedo a escucharlo, a detectar sobre qué peligro nos está alertando y luego, desde un pensamiento maduro, poder actuar al respecto. El miedo es muy útil si lo sabemos escuchar.
ALEGRÍA/ PLACER: genera neurotransmisores asociados al bienestar, funciona como un combustible emocional para la vida y para la motivación. Al ser una emoción agradable, es más fácil comprender su función, pero es necesario hacer una aclaración que se aleja un poco del AT, porque al decir que la alegría y el placer son necesarios para la vida puede malentenderse. El placer sin un sentido nos termina vaciando.
Y para entender esto voy a citar a Tal Ben Shahar que presenta su teoría de la hamburguesa, en la que describe tres posibles personalidades y las compara con distintos tipos de hamburguesas:
La hamburguesa HEDONISTA: es una exquisitez, pero no tiene ni un gramo de nutritiva o saludable. Sólo puede disfrutarse en el presente, pero a futuro no deja nada positivo. La gente que elige esta “hamburguesa” solo pondera el placer de hoy sin importar el precio que paga, ni si ese placer tiene sentido o no.
La hamburguesa COMPETIDORA: es muy sana y muy nutritiva pero todo lo que tiene de sana y nutritiva lo tiene de insípida, y no posee ningún tipo de beneficio en el hoy, sólo asegura el beneficio a futuro.
La hamburguesa NIHILISTA: es la peor de todas porque no tiene sabor y tampoco es sana. Aunque cueste creer, la gente que perdió el gusto por la vida, suele elegir este tipo de “hamburguesa” para así poder seguir confirmando que la vida no tiene sentido. En este caso recomiendo terapia, porque podría tratarse de algún trastorno y en ese caso es necesario recibir el tratamiento adecuado.
La falacia de la hamburguesa resulta de que todas tienen algún tipo de engaño, y lo peor, es que se trata de un engaño que nosotros mismos queremos creer. La hamburguesa a la que deberíamos apuntar es la sana y rica a la vez, la que puede disfrutarse hoy y traerá beneficios en el mañana. Por esta razón, Ben Shahar define a la felicidad como “placer con sentido”.
IRA / RABIA: es la emoción que nos sirve para poner límites a situaciones o personas que no nos están respetando, considerando, o generando algún tipo de negatividad. Incluso sirve para ponerse un freno a uno mismo, ya que muchas veces somos nosotros mismos los que no nos respetamos. Esta emoción nos ayuda a poder defendernos, defender nuestros gustos, ideales y estilos.
Por supuesto que si se actúa desde la ira, en el momento de mayor intensidad de la emoción, nada bueno va a salir, y por eso es necesario primero detectarla, hacerse cargo de que hay algo que molesta y mucho, procesarlo y luego, cuando la emoción aminoró recién ahí actuar.
Aristóteles lo resumía así: “Enojarse es fácil. Enfadarse con la persona adecuada en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto; eso si que es difícil”.
Una forma muy efectiva para poder transmitir lo que uno siente o quiere que cambie, es la comunicación asertiva (de nuevo nos alejamos del AT), donde primero hay que describir la situación objetiva, conducta o palabras que nos está afectando.
TRISTEZA: nos permite aceptar y procesar las pérdidas. Por pérdida me refiero a cualquier persona, objeto, vínculo, ilusión, proyecto, trabajo, o cualquier cosa que implique un duelo y no solamente en relación a la pérdida de un ser querido. El duelo es el proceso necesario que tenemos que atravesar cuando perdemos algo.
Nada bueno puede salir si no nos permitimos sentir la tristeza y preferimos negarla. La tristeza no es agradable pero sí necesaria. Por otro lado, el duelo es algo incómodo que a nadie le gusta transitar, pero sin él, nos quedamos pegados a la etapa, persona o situación y no podemos seguir adelante.
Hay un ejemplo que resulta muy gráfico para esto: si uno se para en un charco de barro con unas zapatillas claritas, puede salir enseguida y limpiarlas. Seguramente salga casi todo y no queden marcas que nos recuerden la mala decisión de haber permanecido en el barro. De lo contrario, si uno se queda mucho tiempo ahí estancado, es muy probable que las zapatillas lo absorba y quede percudido. Una mancha que no podremos sacar en un futuro.
Con esto quiero decir que como no se puede evitar la tristeza, cuanto más retrasemos enfrentarla, más tiempo estaremos atravesando este proceso, por lo que sería más sano dejarla fluir desde el primer momento para que no nos deje marcas que no podamos borrar.
Hasta acá las emociones presentadas por Berne. Todas son respuestas fisiológicas, son muy intensas pero también son pasajeras, es decir que no duran mucho en su máxima intensidad.
En el Análisis Transaccional Integrado de Kertesz (quien trae el AT a Latinoamerica y le hace algunos agregados a la teoría), sitúa al AMOR como una emoción básica para la vida. Y si bien no tiene la característica de las anteriores que es de corta duración, sino todo lo contrario: amor quiere decir “no muerte” (A: no – MOR: muerte), me parece más que acertado considerarlo, ya que el amor, o afecto, es la “emoción” que nos llena de buena energía y seguridad.
Siempre es bueno pensar en un amor sano, el que no muere a pesar de la muerte, un amor incondicional, que no quiere decir que porque quiero a alguien le dejo hacer lo que quiera. Sino tiene que ver con que yo te voy a amar incondicionalmente y a pesar de todo y simplemente porque sos vos, pero por eso no te voy a dejar que hagas cualquier cosa conmigo. El límite en sí mismo es una demostración de amor y es importante entenderlo de esta manera para no verlo como algo que hay que evitar.
Después de presentar las emociones auténticas, es importante saber que si, por el motivo que sea, se elige negar la emoción que se presenta, va a aparecer un REBUSQUE. Estos son caminos no adecuados que las emociones encuentran para salir (sepamos que siempre salen, la diferencia es el resultado). Si sale como la emoción auténtica logra cumplir su función, pero si sale como un rebusque, genera malestar, sufrimiento e inadaptación.
Las emociones son necesarias para la vida. Lo que uno tiene que saber es que no es bueno actuar cuando se está invadido por ella. Esto no quiere decir que la emoción sea mala y que haya que negarla, sino que lo mejor es transitarla, tramitarla y luego, desde el pensamiento adulto buscar la mejor reacción ante ella.
REFERENCIAS:
Ben-Shahar, T. La búsqueda de la felicidad
Berne, E. Análisis Transaccional en psicoterapia
Kerman, B. Nuevas ciencias de la conducta
Kertész, R. Análisis Transaccional Integrad