El Ikigai es una brújula vital que ayuda a la hora de orientar esfuerzos y recursos a un propósito vital que dé sentido a nuestra existencia. Según este enfoque, el Ikigai de cada persona estaría en el centro de cuatro variables. 1. Aquello en lo que eres bueno/a o tienes cierto talento natural 2. Aquello que verdaderamente te apasiona, 3. Aquello que el mundo/tu comunidad necesita y 4. Aquello por lo que puedes ser retribuido/a.
Hay personas apasionadas que no logran orientar su pasión en una práctica sistemática, real y comprometida y terminan por no concretarse. Otras se centran en carreras profesionales en las que obtienen dinero y/o estatus, pero que no les satisface. Otras trabajan en lo que les gusta y en lo que son competentes, pero sienten que su actividad no tiene ninguna trascendencia para con otras personas
Si el fin último de la economía es la satisfacción de las necesidades, y si cubiertas las necesidades básicas el fin esencial es la felicidad, no estamos siendo muy eficientes si un número significativo de personas se sienten vacías con su existencia. Ojo, el Ikigai no tiene por qué ser el trabajo de tu vida, es compatible tener un trabajo para comer con una pasión para vivir. Sin embargo, si es un norte de ayuda para la toma de decisiones.
A partir de tener cubiertas las necesidades elementales básicas, y volviendo a términos económicos, orientar esfuerzos con relación al Ikigai puede resultar en un enfoque de sumo interés para hacer frente a la escasez de recursos y al costo de oportunidad asociado a los esfuerzos de las personas. Curiosamente, es una tesis muy en línea con la de Victor Frankl (aquel psiquiatra judío que sobrevivió a los campos de concentración nazi y creador de la logoterapia), cuyo libro El hombre en busca de sentido no me canso de recomendar.
Es evidente que estas cuestiones llevan aparejadas reflexiones personales que a veces están lejos de los automatismos del día a día. Pero tiene a su vez una incidencia directa con el propósito real de la educación formal y familiar que, dudo si nos hemos olvidado, no es otro que el poder descubrir el talento de toda persona por encima del salto de vallas que supone demostrar que se van adquiriendo una serie de conocimientos. Continuando con la conjetura, en la medida en que la experiencia formativa y educativa sea capaz de acercar a las personas a descubrir y trabajar su Ikigai, el impacto de su actividad redundará en beneficio de su comunidad, de ellas mismas, y de su calidad de vida. La microeconomía estudia el comportamiento económico de los individuos y su capacidad de generar recursos para satisfacer dichas necesidades, en una búsqueda de una óptima distribución de esos recursos. Quizás, más allá de analizar comportamientos y síntomas, sea hora de seguir profundizando, en primer lugar, siendo conscientes de los principios subyacentes que guían nuestros comportamientos individuales. Y en segundo, evitando ir como pollos sin cabeza para un día darse cuenta de que era la diana la que teníamos mal enfocada.
Autor: JON ALDAZABAL